No, el nuevo coronavirus no fue creado en un laboratorio
La curiosa teoría del Premio Nobel de Medicina, Luc Montagnier, descubridor del VIH, da cuenta que este virus había sido manipulado. Hasta el presidente Trump ha respaldado especulaciones de un origen artificial. ¿Qué dicen los científicos?
La conversación se repitió en muchos hogares. Y el principal argumento para prestarle oído a las febles teorías de Luc Montagnier sobre el nuevo coronavirus era que provenían "de un Premio Nobel". Algo que en lógica clásica se denomina "argumentum ad verecundiam", o falacia de autoridad: si lo dice alguien importante, entonces debe ser verdad…
Pero no, no lo es: diversos estudios publicados en revistas científicas, y la propia Organización Mundial de la Salud (OMS), han establecido que el SARS-CoV-2, el virus causante de la enfermedad Covid-19 y la pandemia que hoy tiene en vilo al mundo, es un microorganismo zoonótico -es decir, que se transmite de un animal al ser humano-, cuyo origen probablemente se relaciona con un tipo de murciélago y que, en ningún caso, fue creado, manipulado o procesado en algún laboratorio antes de que se identificara por primera vez el brote, en la provincia china de Wuhan.
La idea ha rondado las mentes de los conspiranoicos de todas las latitudes, incluido el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, quien el jueves, al ser consultado en una rueda de prensa sobre si había tenido acceso a evidencias que permitieran apuntar a un laboratorio de Wuhan como fuente de la pandemia, dijo categóricamente que "sí" y que incluso estaba pensando en implementar tarifas "punitivas" en contra de China, tras acceder a esta supuesta evidencia que conectaría al coronavirus con dicho laboratorio.
El origen de este rumor se remonta a mediados de abril, cuando un reporte de FOX News aventuró que un laboratorio de Wuhan realizaba, desde hace tiempo, pruebas con murciélagos, tratando de incrementar su capacidad para identificar posibles virus zoonóticos y mejorar su posición en una futura carrera contra una pandemia tipo SARS o MERS. Dicha teoría, que apuntaba más bien a una manipulación defectuosa de muestras que a una creación de laboratorio, fue respaldada por Trump.
La molestia con China por el manejo inicial de la epidemia, donde se ocultó información crucial y se retrasó el acceso a datos importantes que pudieron haber puesto en guardia a la comunidad internacional, es más o menos transversal y varios gobiernos, entre ellos Francia e Inglaterra, han manifestado su desagrado con la forma en que las autoridades chinas condujeron inicialmente el brote.
Sin embargo, de allí atribuirle una intencionalidad al país en la creación del virus, o en la liberación accidental de este a través de un laboratorio, hay un gran trecho.
"Toda la comunidad de Inteligencia ha estado proporcionando un apoyo crucial a los responsables políticos de Estados Unidos sobre el coronavirus, que se originó en China. Los servicios de Inteligencia coinciden con el amplio consenso científico de que el virus no es ni artificial ni genéticamente modificado", señaló en un comunicado la oficina del director de la Inteligencia Nacional estadounidense, Richard Grenell.
La polémica
Pero las suspicacias de Trump, de un cariz más bien geopolítico, palidecen ante la teoría emitida por el médico francés Luc Montagnier, ganador del premio Nobel de Medicina por sus aportes en el descubrimiento del virus del VIH.
¿Qué piensa Montagnier? Que el SARS-CoV-2 no es un virus del todo natural, sino que es el producto de una manipulación deliberada de laboratorio.
El 17 de abril, Montagnier aseguraba en la cadena de televisión francesa CNews y en el periódico Pourquoi Docteur que el virus provendría de un murciélago, como asegura la comunidad científica internacional, pero que este habría sido manipulado en un laboratorio, señalando incluso que "le han añadido secuencias del VIH, el virus del sida" y que se trata de "un trabajo muy preciso de biología molecular".
"Se produjo una manipulación de una parte, no de toda, de este virus. Hay un modelo que es claramente el virus clásico, pero a este le agregaron unas secuencias de VIH", afirmó.
"No se trata de un fenómeno natural, quien haya hecho esta manipulación puede que lo hiciera mientras buscaban una vacuna para el VIH (…) Yo no acuso a nadie, no sé quién lo ha hecho", añadió el científico.
Varias veces el virólogo, que descubrió el VIH en 1983 y recibió el Nobel en 2008 por este hallazgo, ha sido rebatido por sus colegas. Por ejemplo, cuando salió a defender la validez de la homeopatía, una disciplina ampliamente cuestionada por la comunidad científica, o manifestó su oposición a la vacunación obligatoria de niños, una postura duramente rebatida y que ha causado el rebrote de enfermedades controladas como el sarampión. De hecho, en 2017 más de 100 médicos denunciaron su posición antivacunas y pidieron al Colegio Médico francés que sancionara a Montagnier.
También ha relacionado, sin mayores evidencias, el autismo con una infección viral y ha hablado acerca de posibles ondas electromagnéticas emitidas por el ADN, una posición ampliamente discutida por los expertos.
¿Qué dice la ciencia?
Todavía hay cabos por atar en relación al SARS-CoV-2, pero el consenso científico mundial apunta a su origen natural. Y la principal evidencia de ello es el propio mapa genético del virus.
Un estudio publicado en la revista Nature Medicine, titulado "The proximal origin of SARS-CoV-2" y dirigido por el investigador del Instituto Scripps de Estados Unidos, Kristian Andersen, concluyó que no existe ninguna huella genética de que el virus se haya construido con ninguno de los sistemas conocidos de ingeniería genética para coronavirus, que se emplean en algunas laboratorios (incluido un experimento realizado en el laboratorio de Wuhan en 2015, fuente de muchas especulaciones respecto al actual coronavirus).
"Comparando los datos disponibles de secuencias de genomas de las cepas conocidas de coronavirus, podemos determinar firmemente que el SARS-CoV-2 se originó por procesos naturales", dijo Andersen, quien agregó que aún se desconoce si los actuales rasgos genéticos propios del virus los adquirió antes o después de saltar de un animal al ser humano.
El 19 de febrero, 27 científicos publicaron una carta abierta en la revista especializada The Lancet, donde resumían que todos los estudios "arrolladoramente concluyen que este coronavirus se originó en la naturaleza, como muchos otros patógenos emergentes".
Una de las primeras secuencias genéticas publicadas acerca del nuevo coronavirus virus reveló un 96% de identidad con un coronavirus de murciélagos llamado RaTG13, apuntando a que estos animales podrían ser el reservorio original del patógeno, aunque no se descarta que el virus haya pasado por otro animal antes de saltar al hombre, desarrollando mutaciones.