Descentralización y modernización del Estado en la nueva Constitución
El proceso constituyente convoca a quiénes resulten electos, la misión de hacerse cargo de los grandes desafíos de nuestro tiempo.
Muchos son los temas que se ponen en discusión y que, se pretenden incorporar en una nueva Constitución. Sin embargo, tal vez el tema en el que mayor consenso se genera ex-ante y ex -post es el de una efectiva descentralización, y que, a su turno, vaya de la mano de una modernización del Estado.
En primer lugar, ¿cuándo hablamos de descentralización, de qué estamos hablando? En términos simples, de la forma cómo se va a distribuir el poder territorial.
Chile es el país más centralizado de Latinoamérica, y actualmente hay una creciente demanda de la sociedad civil por mayores espacios de escucha y participación en los diferentes ámbitos de intervención.
Los constituyentes de regiones serán 108 de 155, es decir más del 2/3 en la constituyente, por lo que se podrá perfectamente ofrecer una discusión profunda sobre las implicancias y condicionantes para una fecunda distribución del poder político a escala territorial.
Este será el momento para fortalecer las capacidades regionales y locales, la participación ciudadana y el control democrático, ya que solo de esta manera se reducirá la desigualdad entre las 16 regiones de nuestro país, y principalmente las 4 provincias de nuestra región, y por consiguiente habrá una distribución más equitativa de los recursos.
En este mismo orden de ideas, es el momento que nuestra región potencie sus actividades económicas, atendiendo a las particularidades de las diversas comunas que la componen, quitándole responsabilidad a la Región Metropolitana y posibilitando mayores oportunidades para todos y todas.
Por otro lado, una nueva Constitución necesariamente debe venir de la mano de una modernización del Estado. El proceso constituyente es una tremenda oportunidad para Chile, porque nos da la posibilidad de modernizar nuestro Estado (que en muchas cosas ha quedado obsoleto).
Se requiere urgente un nuevo Estado, uno donde el servicio se enfoque en las personas y no se convierta en una bolsa de trabajo del Gobierno de turno, o una cómoda instancia para los operadores políticos, o incluso para los apernados de siempre.
eficiencia funcionaria
En este sentido, se requiere modernizar el Estado en su capacidad para gestionar empleos públicos y hacer más eficiente el rol de los funcionarios y funcionarias, donde tanto ellos como sus roles respondan eficientemente a los objetivos propuestos como país.
Se deben fortalecer las herramientas de fiscalización del Estado y desarrollar estrategias para mitigar los ámbitos dónde puede haber abusos.
De igual manera, se deberá repensar las prioridades del gasto público (gastar y distribuir mejor), rebajando el monto de los sueldos de altos funcionarios públicos, principalmente el del Presidente de la República, de los parlamentarios, gobernadores regionales y funcionarios de exclusiva confianza del jefe de Estado.
Finalmente, la nueva Constitución deberá sentar las bases para el establecimiento de un Estado moderno que ejerza sus potestades públicas en base a estándares exigentes de eficiencia, eficacia, coordinación, meritocracia, oportunidad, buen trato, probidad y transparencia, como condición del "derecho a la buena administración pública".
"Una nueva Constitución necesariamente debe venir de la mano de una modernización del Estado. El proceso constituyente es una tremenda oportunidad para Chile, porque nos da la posibilidad de modernizar nuestro Estado (que en muchas cosas ha quedado obsoleto). Se requiere urgente un nuevo Estado, uno donde el servicio se enfoque en las personas y no se convierta en una bolsa de trabajo del Gobierno de turno".
Alejandra Westermayer, abogada, candidata a la convención constituyente por el distrito 26