El siniestro que afectó a la Iglesia de San Francisco de Ancud, ejemplo de la Escuela Chilota de Arquitectura Religiosa en Madera y Monumento Nacional, en enero de 2020 develó la vulnerabilidad de los antiguos templos y de las comunidades para resguardar estas construcciones, sobre todo de quienes habitan en zonas remotas que no cuentan con compañías bomberiles y cuyos habitantes carecen de los conocimientos básicos para responder a una emergencia de este tipo.
Para evitar que situaciones como la anterior puedan afectar al Sitio Patrimonio Mundial Iglesias de Chiloé es que la Fundación de Iglesias Patrimoniales (FIP) y Fundación ProCultura ejecutaron un proyecto orientado a generar planes comunitarios de prevención de incendios para cada una de las 16 edificaciones isleñas reconocidas por la Unesco y a capacitar tanto a los cuerpos de bomberos de la provincia como a las comunidades locales.
Las capacitaciones, lideradas por el encargado de emergencias de esta última institución, el bombero Damián Farías, permitieron entregar herramientas para distinguir las particularidades de los siniestros que afectan a los inmuebles patrimoniales, los lineamientos básicos para poder responder eficientemente a estas emergencias y un paso a paso para planificar una respuesta adecuada a estos eventos.
Farías explicó que "responder a emergencias en inmuebles patrimoniales no es algo nuevo para los cuerpos de Bomberos de Chile y el mundo. Sin embargo, son desafíos importantes porque este tipo de construcciones no solo tiene un valor histórico, sino que también un valor sentimental y un profundo arraigo en las comunidades".
La fuente recalcó "la vulnerabilidad en la que la mayoría de estos inmuebles se encuentran. En general, muchas construcciones patrimoniales no cuentan con sistemas de protección contra incendios, las señaléticas de seguridad son poco claras, el personal a cargo de la instalación no está capacitado para responder ante una eventual emergencia y, algo no menor, los bomberos al llegar al lugar no saben qué elementos son los que resguardar y proteger. Por decirlo de otra manera, no hay una priorización de objetos a salvar en caso de incendio".
Por lo mismo, el proyecto permitió levantar información respecto del estado actual de cada una de las 16 iglesias, establecer sus puntos críticos, catastrar y priorizar sus elementos. Posteriormente, junto a la comunidad se elaboraron los planes de prevención de riesgos de incendio que consideraron una serie de capacitaciones que permitirán que sean los vecinos los primeros en responder ante una emergencia idealmente de manera eficiente.
FIP
Patricio Álvarez, director de la Fundación de Iglesias Patrimoniales de Chiloé, explicó que "dada la importancia de las iglesias para la comunidad, se trabajó con ellas en la generación de planes de prevención comunitarios, a fin de que sean los mismos vecinos quienes puedan comprometerse con la protección y resguardo de estos inmuebles. Dada la geografía de la región, es difícil que los cuerpos de Bomberos puedan acudir en minutos ante una emergencia en una iglesia aislada; por lo mismo, es importante que la comunidad cuente con los conocimientos básicos para poder actuar".
Por su parte, Natalia Cruz, arquitecta y coordinadora del área de proyectos de esta fundación, explicó que el proyecto buscar resguardar la protección material del Patrimonio de la Humanidad "a través del fortalecimiento de las capacidades y la articulación entre las comunidades y los actores vinculados al sitio, en relación a la prevención y respuesta contra incendios, entendiendo que esta es una de las principales amenazas de riesgo en la provincia".
En las capacitaciones, según se expresó, se enfatizó la necesidad de establecer claramente las vías de evacuación, protocolos de emergencia, zonas seguras y un área de resguardo de los objetos rescatados del interior del inmueble.