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Lo que puede haber detrás de una mascota desobediente

Adiestrador explica que la indisciplina suele ser una expresión de problemas de comunicación y en hábitos con los amos.
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Ignacio Arriagada M. - Medios Regionales

El vínculo entre las mascotas y sus dueños se basa en la confianza, el cariño, la lealtad y el respeto. Sin embargo, en muchas ocasiones esta dinámica puede verse empañada cuando surgen dificultades producto de la desobediencia del animal. Comprender, por ejemplo, las causas de esta acción y cómo se manifiesta es clave para tomar ciertas medidas.

"La desobediencia de un animal de compañía puede causar un estrés tremendo en sus cuidadores y también puede complicar la convivencia entre ellos. Pero acá hay que tener mucho ojo, porque a lo que a primera vista puede parecer que las mascotas actúan de forma deliberada para desafiar las órdenes, lo cierto es que este comportamiento se da a raíz de varios factores", parte comentando a este medio Víctor Fuentes, adiestrador de mascotas con más de siete años de experiencia.

¿cómo y por qué?

Dependiendo de la raza, personalidad y circunstancia en la que se encuentren, un can o un minino pueden manifestar su desobediencia de varias maneras.

En el caso de los perros, algunas de ellas, según detalla Fuentes, son "ignorar órdenes o comandos básicos, como pedir que se siente, que se quede quieto o que se acerque a uno. Otra manera es destruyendo cosas, haciendo sus necesidades en zonas prohibidas, tener reacciones agresivas, negarse a caminar en los paseos, entre otros".

Respecto a los gatos, un estudio de la Universidad de Nanterre (Francia) señala que estos animales sí saben cuando las personas se están dirigiendo a ellos, pero prefieren ignorar sus llamados.

"Lo que señala esa investigación es cierto. Una de las desobediencias más repetitivas es no acudir cuando se les llama y despreciar las órdenes (...) También hay más, como arañar cosas o lugares inapropiados, como cortinas, muebles y alfombras. Otras usuales son orinar o defecar fuera del arenero, morder a terceros y derribar cosas desde mesas", indica el adiestrador.

Pronto a cumplir una década trabajando con animales de compañía, Víctor Fuentes sostiene que estas conductas no son necesariamente un signo de desobediencia o rebeldía, sino más bien mala comunicación, falta de entrenamiento y límites, estrés, aburrimiento o manifestación de sus instintos naturales.

"Los comportamientos que no son del agrado para los cuidadores o las órdenes no cumplidas no significan que sea desobediencia pura, es que algo no se está haciendo bien. Por ejemplo, un perro que no hace el ejercicio que debería o que es sedentario o que no recibe suficiente estimulación mental, va a comportarse con más rebeldía y se moverá y ladrará más. Con un gato, si no se establecen límites o las órdenes son confusas o incomprensibles o no se refuerzan, el animal seguirá arañando y botando cosas", explica.

"Las mascotas no nacen desobedientes, simplemente están actuando, en parte, a sus instintos, rutinas y lo que se les permite", agrega.

Consultado el especialista sobre si es posible remediar estas conductas, su respuesta es que sí, pero no es lo mismo educar o adiestrar a un cachorro que a un adulto.

"Por un lado, los cachorros están en una etapa de aprendizaje y recepción total de experiencias y estímulos, y por el otro, no tienen hábitos arraigados. Esto facilita la enseñanza, establecer una buena comunicación y límites. Todo lo contrario pasa con las mascotas adultas", fundamenta.

"Aun así -recalca-, sí se puede educar y para eso es necesario consultar con un especialista, evitar los castigos y ser constantes, visitar a un veterinario y establecer un refuerzo positivo".

"La desobediencia de un animal de compañía puede causar un estrés tremendo en sus cuidadores y también puede complicar la convivencia entre ellos".

Víctor Fuentes,, adiestrador de mascotas.

Estudio sugiere la manera en que los gatos prefieren ser alimentados

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Animales como los perros, ratones y palomas son clasificados como del tipo "contrafreeloading", que, en simple, significa que tienden a esforzarse mucho para conseguir su alimento. Aunque parezca sorprendente, los gatos caseros no cumplen con ese estándar, puesto que prefieren todo fácil.

Así, al menos, lo demuestra un estudio publicado en la revista animal Cognition, donde un grupo de científicos evaluó el comportamiento de 17 mininos sometiéndolos a dos tipos de alimentación.

La primera consistió en colocar una especie de laberinto en el plato que el felino debía destrabar para acceder al alimento. La segunda opción consistía en una simple bandeja con comida a la vista.

Los resultados arrojaron que todos los mininos prefirieron la alternativa dos en vez de la uno. Este comportamiento se repitió incluso en aquellos animales que tenían una naturaleza más inquieta.

"Hay una gran cantidad de investigaciones que muestran que la mayoría de las especies, incluidas aves, roedores, lobos, primates, incluso jirafas, prefieren trabajar para alimentarse. Sin embargo, este trabajo sugiere que los gatos parecen ser los únicos que no mostraron una fuerte tendencia a la contrafreeloading", sostuvo Mikel Delgado, principal autor del trabajo.

La teoría que manejan los expertos es que la domesticación ha provocado que los mininos no se sientan motivados a explorar y cazar.