Experto trabaja para crear bioplástico a partir de pulpa y cáscaras de frutas
La idea es transformarlo en bolsas biodegradables que sirvan para transportar este tipo de alimentos de exportación.
Natividad Espinoza R. - Medios Regionales
Con alrededor de 21.000 toneladas diarias según Waste Atlas 2018, Chile se posiciona entre los países que más generan desechos plásticos. Tomando en cuenta esto y la necesidad de ser más amigables con el medio ambiente, el bioquímico Cristián Valdés está trabajando en un proyecto que busca desarrollar un bioplástico a base del azúcar de materias primas desechadas por la agroindustria nacional.
La iniciativa, impulsada por la Fundación para la Innovación Agraria (FIA) y ejecutada por la Universidad Católica del Maule, tiene la finalidad de crear -con el material mencionado- envases de packaging para frutas de exportación a Europa y Asia.
Por el momento, el experto a cargo del proyecto se está centrando en el estudio de pulpas y cáscaras de manzana, pera, uva, durazno y tomate, más ciertas verduras.
La primera etapa del proceso, explicó Valdés, consiste en extraer los nutrientes (azúcares reductores) de los residuos frutales y de verduras, para facilitar el crecimiento de una bacteria que estará a cargo de producir el precursor del bioplástico.
"Este será tratado químicamente de manera de generar el material como tal, al que se le agregarán propiedades antimicrobianas. Luego, este será transformado en bolsas biodegradables, dándole forma por medio de unas máquinas extrusoras. Finalmente, se optimizarán las propiedades del material para que sea compatible con el packaging", detalló el profesional.
Dado el actual contexto de pandemia por covid-19, añadió el bioquímico Valdés, actualmente el proyecto está desarrollando el primero de sus tres objetivos, que está "relacionado con la generación y optimización de las condiciones necesarias para el proceso de hidrólisis de los distintos residuos industriales que estamos estudiando".
Respecto de la hidrólisis, explicó que "es un proceso que consiste en la obtención de azúcares reductores que se encuentran en la pulpa y cáscara de los alimentos".
Economía circular
"Esta innovación genera economía circular, ya que los mismos desechos de las frutas envueltas en el bioplástico pueden ser utilizados como un sustrato para generar más bolsas biodegradables, las cuales a diferencia del plástico convencional se degradan en cortos períodos de tiempo, mientras que el plástico en base a petróleo puede tardar cientos de años", destacó el responsable del proyecto.
La propuesta tiene cuatro diferencias frente a un plástico convencional. La generación del sustrato inicial a partir de desechos biológicos evitando su compra de manera externa; la producción de un bioplástico compatible con procesos de packaging; la utilización de nanopartículas de cobre para disminuir el crecimiento de microorganismos en el fruto, y finalmente, un método de preparación optimizable y compatible con futuros componentes que brindan otras propiedades al material.
"Esta innovación genera economía circular, ya que los mismos desechos de las frutas envueltas en el bioplástico pueden ser utilizados como un sustrato para generar más bolsas biodegradables".
Cristián Valdés, bioquímico.